Xacobe Pato Gigirey: “Hay haters hasta del marisco porque tiene que haber de todo”
Muchas veces, la cultura viene del estómago. Lo que comíamos de niñas nos cuenta también lo que somos hoy. En esta sección, entrevistamos a personas relevantes de la cultura, de aquí y de allá, como muestra de que en la variedad está la conexión, la diversión y la riqueza.
Hoy, hablamos con Xacobe Pato Gigirey, librero y autor de ‘seré feliz mañana’ (espasa, 2020).
¿Qué comida asocias a tu infancia?
De mi abuela Pepita, que era una cocinera estupenda, recuerdo con mucho cariño las albóndigas. De mi abuela Berta, que odiaba cocinar, los macarrones con pollo. De mi madre, los huevos fritos con bechamel. De mi padre, la lubina al horno. Y de los años de infancia que viví con mi familia en Madrid recuerdo de forma casi obsesiva el olor a sidra y chorizo de Casa Mingo, que estaba al lado de mi casa.
Cuando estás viajando, o estás fuera, y vuelves a casa, ¿a qué restaurante o bar vas?
En Santiago de Compostela tengo mis restaurantes favoritos, que suelen ir cambiando: ahora mismo el Abastos 2.0, el Mamá Peixe, el Comovino o A Maceta. Pero si paso unos días fuera siempre necesito volver a probar las setas río bravo del Gamela o el raxo del Orella. Dos de mis placeres culpables.
Si te entrevistase el New Yorker y te preguntase por un plato de tu tierra, ¿cuál dirías que es? No tiene que ser el más típico, sino el que más te mueve a ti.
Yo diría que estaría entre la centolla y las nécoras. Marisco. Hay haters hasta del marisco porque tiene que haber de todo. Eso y un Ribeiro o un Albariño y a funcionar. Aunque tampoco podría dejar fuera un buen cocido gallego, con garbanzos, grelos, orella, chorizo... perfecto para un sábado larguísimo disfrutando de la familia o los amigos. Y me cuesta no hablar del pulpo, de la empanada, pero en algún momento tendré que parar.
¿Sabes cocinar alguna receta que se hiciese en tu familia? ¿Cuál es?
De la misma forma que hace un par de años me creía escritor sin haber escrito una línea, creo ahora que sabría hacer las cuatro recetas que me recuerdan a la infancia, pero nunca lo he intentado, y me parece que así es mejor para todos, sobre todo para mi memoria gastro-sentimental. La verdad es que todas las ganas que le pongo como comensal me faltan como cocinero, pero me apaño.