El té y sus aromas
Por Mar del Alvear.
Verónica e Irati se conocieron y decidieron compartir un retiro de un fin de semana para experimentar en torno al té. Lo hicieron desde la perspectiva de sus aromas. Ésta es la historia de un proyecto por nacer.
Los periodistas habitualmente hablamos de lo que ya existe y, por tanto, se puede disfrutar, adquirir o experimentar. Sin embargo, las líneas que siguen giran en torno a la posibilidad de un proyecto fruto de un encuentro emocionante y emocional.
Verónica Hegar dirige en León tesuko e Irati Herrero, establecida en Madrid, está al frente de Me Mi Mo Lab. La casualidad les reunió y supieron que ese encuentro debía tener una segunda e incluso tercera parte. Así que el pasado mes de agosto se encerraron en una casa perdida de León y experimentaron en torno a sus universos particulares: el té y los olores.
Desde otra disciplina
El objetivo, si es que hubo alguno más allá de la aproximación sin prejuicios, era acercarse al té desde otra disciplina, sin prejuicios, sin ideas preconcebidas y compartir impresiones tras el análisis organoléptico de cada una de ellas. Ante ellas, había pues una tabula rasa esperando ser escrita.
Verónica señala que acostumbrados al té industrial, nos cuesta apreciar el de origen y de alta calidad. De ahí que su proyecto naciera con el objetivo de acercar la cultura del té de origen en España y promover un consumo responsable, desde el conocimiento, desde respeto al producto, a los productores, pero también desde el respeto a nosotros mismos.
El placer de lo invisible
Por su parte, Irati desarrolla experiencias para traducir con palabras o al menos con sensaciones capaces de ser nombradas aquello que es invisible, esto es, el olor.
Juntas abrieron una vía en la que confluyeron sus conocimientos en torno a la ceremonia del té, la filosofía wabisabi y la belleza de la imperfección. También tomaron protagonismo la atención, el respeto, la sutileza y la pureza. Se impuso otro tiempo, sin pisar el acelerador, sin esperar casi nada, tan solo fijarse en lo que los sentidos decían a cada una.
Y los colores del té
Irati extrajo los aromas de los tés propuestos por Verónica, crearon tinturas e incluso dieron forma a la paleta cromática de dichas especialidades.
No se quedaron allí y durante su inmersión, abrieron otra puerta. Pusieron sus conocimientos, técnica e intuición al servicio de otro producto que les apasiona: el queso. Seleccionaron algunas referencias de Formaje, el proyecto de Clara Díez y Adrián Pellejo, e iniciaron otro posible recorrido… quesos y tés, y todo lo que sus aromas sugieren.
Porque afortunadamente no todo ocurre ya ni es inmediato, para conocer el fruto de esta bella y fructífera alianza habrá que esperar. Lo vivido durante ese fin de finales de agosto, permanece en sus memorias y cuando llegue el momento, sin presión y sin objetivos marcados, quizá se traduzca en talleres estimulantes y enriquecedores.
Entonces, también lo contaremos.