Popota

popota

Por Mar de Alvear

Irene Ravchuk y Antonio Viñas han creado un concepto gourmet de heladería y en los meses fríos un pop-up de chocolate de especialidad con churros. 

Ay, quién adore el helado debe anotar esta dirección madrileña: Pez, 36. Porque en Popota el helado se practica con mayúsculas y el deseo sobrevuela por la vitrina queriendo probar todos los sabores y dudando ante la elección final. Sea cual sea, se acierta. Y siempre se puede regresar pronto. Muy pronto.  

Conocimos Popota a través de las redes. El flechazo fue inmediato y nos encantó una iniciativa que, sin embargo, confiesa Irene Ravchuk, su creadora, no funcionó. Nos referimos a comprar una tarrina con diversos sabores junto a unas flores. Para nosotras fue el regalo, o autorregalo, perfecto. Pero ya se sabe que algunas ideas que parecen geniales conviene desterrarlas porque no conducen a ninguna parte. O quizá no en ese momento. ¡Que vuelvan las flores a Popota, por favor!

Nada de clásicos

Aseguran que también les ha costado enganchar con quienes esperan encontrar sabores clásicos. Ellos invitan a ‘desmelenarse’ un poquito y sacudir al paladar con mezclas insospechadas. Hasta 14 son las propuestas a elegir. 

Les gusta explorar gastronómicamente vías y posibilidades. Por ejemplo, a través de ingredientes como el palo cortado, el haba tonka o el gofio. Sí, esa harina de cereales tostados tradicional de las Islas Canarias y que en la Península, hoy por hoy, tenemos poco trabajada. 

A ellos les mueve el respeto por los sabores puros, por los ingredientes de calidad y si son de aquí cerca, mucho mejor. Conectan emociones a través de una textura perfecta, y no abusan del azúcar. Y eso también se agradece. Como aplaudimos que la carta atienda a la temporada de las frutas, por ejemplo. 

Por nuestra parte, comeríamos montañas y montañas de su helado Copacabana (coco, plátano y maracuyá), también del de tarta de queso y, cómo no, del de lima e infusión de lavanda. 

Regreso a la infancia

Convencidos del poder de los sabores para despertar los recuerdos, nos invitan a volver a la infancia a quienes conocimos los auténticos helados de corte. Ellos cuentan con una máquina de los años 20 para hacerlo con los dos sabores elegidos por el cliente. 

La historia de Popota comenzó con un local y obrador en la calle Carranza, pero al trasladarse a Pez, la parte de elaboración la realizan en un nuevo espacio en Carabanchel. Es allí donde experimentan en su laboratorio helado porque en sus cabezas bullen nuevas ideas y siempre están haciendo pruebas. No están solos y  se unen a otros emprendedores osados y así, en buena compañía, suelen hallar resultados brillantes. Por ejemplo, con los tés de Tesuko o con los chocolates de especialidad de la firma vallisoletana Puchero. 

Churro y croissant

Es con estos últimos con quienes elaboran, en los días fríos, sus deliciosos chocolates calientes a los que se pueden añadir, por supuesto, helado y/o esencias elaboradas por ellos de clavo, anís estrellado… o la de sus vecinos de la coctelería 1862 Dry Bar. Eso y también chucros. Esto es, masa de churro y croissant con la excepcional receta del reconocido pastelero Gil Prat que luego ellos hornean. 

Esta idea, su Kakaw Bar efímero, durará mientras dure el frío. Conviene no dejar pasar la ocasión que, en un abrir y cerrar de ojos, la primavera está aquí.