Especial San Isidro: qué hago, qué como

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Por Eva Sánchez

Otro año más sin festejar al patrón de Madrid San Isidro Labrador como se merece. Llega el 15 de mayo y este año tampoco podamos celebrarlo. Hacemos un hueco para rememorar ciertas costumbres que cualquier madrileño echará de menos; porque a pesar de todo, la Verbena de San Isidro se lleva dentro.

La cita de todos los años tiene lugar en el principal escenario de estas Verbenas y reuniones, la Pradera de San Isidro, situado en el distrito de Carabanchel, a orillas del río Manzanares. Un parque que tradicionalmente acoge al Madrid más castizo y al que ya no lo es tanto, para disfrutar del 15 de mayo entre jardines y conciertos, con la indumentaria propia de los Chulapos y las chulapas, vestidos para beber el “agua del santo”, como es costumbre,  y para reinterpretar el baile más popular de la Capital, el Chotis. Aunque también puedes ponerte tus mejores galas e ir a disfrutar de la fiesta como te apetezca.

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Los acontecimientos en honor al Santo no solo duran la jornada del 15 de mayo, las tradicionales ceremonias religiosas suelen abarcar de 5 a seis días y por consiguiente, la feria y el ‘jaleo’ festivo también.

 Quien preside la pradera no es otro que Goya, y no solo porque allí posee una estatua en reconocimiento a su figura, sino porque también en la misma Pradera de San Isidro aún baila el espíritu y la tradición que él mismo reflejó en sus cuadros: La pradera de San Isidro (1788) y La ermita de San Isidro el día de la fiesta (1788). Ambos conservados en el museo del Prado.

Unos cuadros que retrataban el paisaje de la Pradera en la época, a orillas del río manzanares y al fondo grandes obras arquitectónicas de Madrid como el Palacio Real, o la iglesia de San Francisco el Grande. Además también quiso plasmar la otra cara de la Pradera, aquella que mira hacia la Ermita del Santo.

Ambas obras representaban a la sociedad en la fiesta del patrón, sentada en los jardines o haciendo colas para acceder a la fuente del agua santa. La mezcla de la sociedad popular con las clases pudientes que tenía lugar en La Pradera de San Isidro auguraba una larga trayectoria a la tradición.

Dos bocetos que acabarían siendo el reflejo de una festividad que aún sigue latente, en medio de un entorno ahora urbanizado, nuevas costumbres de festejo, otras vestimentas… Pero en el mismo sitio y en honor al mismo Patrón.

En la actualidad, bueno en la actualidad pre-COVID-19, la pradera sigue siendo el foco de las fiestas, aunque también se habilitan otros espacios para el ocio y el turismo en Madrid, como los Jardines de las Vistillas, la Plaza Mayor…

Sin embargo el epicentro sigue siendo la Pradera y por ello es ahí donde la gente cumple cada año con ciertas costumbres.

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Pero hablemos de comida en San Isidro

Las rosquillas de San Isidro

No puedes vivir San Isidro sin atender a la gastronomía típica de estas fechas. Las protagonistas: las rosquillas, las tontas, las listas, las francesas y las de Santa Clara.

La base, la misma: harina, azúcar, huevo, aceite y anís. Según el recubrimiento o los ‘topings’, un tipo diferente, desde las más simples y tontas, hasta las encargadas por Doña Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI, a su cocinero de la Corte, por considerarlas demasiado  sencillas y creando las llamadas Rosquillas francesas con almendra picada y azúcar. Además también están las listas, con glaseado de claras de huevo y azúcar glass y las de Santa Clara, cuyo nombre honra a la variedad elaborada por las monjas Clarisas, cubiertas de merengue seco de color blanco.

Estos dulces, sobre todo las rosquillas tontas y listas, son tan tradicionales como la venta ambulante en puestos que tiene lugar durante esta fiesta. Al parecer y según se cuenta fue Tía Javiera, una vendedora, quien popularizó estas elaboraciones haciendo surgir competidores que las comercializaban en su nombre.

Cuatro tipos de rosquillas que invaden los puestos de tradición gastronómica que atienden a los paladares más dulces y a aquellos que acuden a estas elaboraciones por cumplir con una tradición arraigada desde tiempos inmemorables.

Y allá donde hay una rosquilla, también te sirven un vaso de limonada de acompañamiento, pero no una limonada cualquiera, la madrileña. Hecha con vino, limón, azúcar y fruta troceada.

Entresijos, gallinejas y chicharrones por San Isidro

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Si eres más de salado o simplemente la cerveza de la verbena te pide algo contundente para el cuerpo, existen tres raciones típicas de esta fiesta y de Madrid: entresijos, gallinejas y chicharrones. Son platos de casquería frita, extraída de las tripas y los intestinos del cordero lechal, que a pesar de lo que pueda parecer, agrada a más paladares de los que se piensa. Estas raciones suelen servirse acompañadas de patatas fritas y su olor es el que invade los puestos de comida que abundan en la feria.

Por otro lado, si no quieres darle una oportunidad a los entresijos y gallinejas, también puedes recurrir a los bocadillos habituales de tortilla de patata, chorizo, morcilla o el más típico, el de calamares, que igual no es como el del Bar La Campana en Plaza Mayor, pero que se siente como si lo fuera por el escenario al que acompaña.