La infinito

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Comida

Te vale para un caña y para un vino, pero a La infinito se peregrina por sus desayunos y brunchs. Fuimos a hacer un brunch, pero uno de esos que te montas tú. El caso es que si tu plan es comer croissanes, dulces o salados, yogures, ensaladas, zumos, cervezas o cafés todo a la vez, los de Lavapiés te ofrecen eso a la perfección. Ni más ni menos. No pretenden ser originales, pero todo lo que te ofrecen es fresco y de alta calidad. Nosotras pedimos una ensalada de aguacate y salmón, una tostada gigante de jamón ibérico, un croissant relleno y calentito con jamón y queso, y un poco de yogur con miel, fruta y granola para acabar. 

Y a ver a quién no se le alegra la mañana.

Espacio

El local es pequeñito, pero luminoso y en pleno rendimiento hasta el punto que organizan las mesas en las que puedes trabajar con tu ordenador y en las que no (prohibidísimo los fines de semana). Evitado el riesgo de acabar como un coworking, en torno a la barra y por las paredes se desata un agradable caos de libros, postales y carteles. Las mesas más cotizadas están junto a las ventanas que dan a la calle Tres Peces, tan cerca del bullicio y a la vez tan tranquila en ese recoveco de Antón Martín, que invitan a pasar una agradable mañana de fin de semana o a acabar tu jornada después de un día de trabajo.


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Nos ha flipado

Hola, neoyorquinos, aquí en Lavapiés saben hacer esto muy bien. Es una gran sorpresa encontrar estos platos tan ricos y poder hacer un brunch sin pagar una gran cantidad de dinero por caer en el postureo de hacerlo. Nada tiene grandes estridencias, pero precisamente es esa la mejor parte. Una cafetería de barrio modernita pero con cantidad y precios de toda la vida. 

Parece tu casa.

Podría estar en tu pueblo (¡que también hay bares modernos!)

Y está en el centro de Madrid.


quiero irSofía Solerbarrita