L'Entrecote Café de Paris
Comida
Esta vez no hay discusiones. Ni siquiera tienes que juzgar a tu acompañante por sus decisiones de la carta. Te lo ponen fácil: entrecote con una salsa secreta, un plato de ensalada muy bien aliñada y otro de patatas fritas que puedes repetir eternamente. De verdad que ojalá todo fuera tan fácil: para huir de dogmatismos, incluso, puedes elegir el punto de la carne.
En medio de la mesa hay un brasero que se asegura de mantener la carne caliente y perfectamente mezclada con la salsa. Es de esas cosas que por ser sencillas no dejan de estar riquísimas.
Espacio
El diseño del espacio está alineado para que te sientas un poquito en otra época. Quizás en otro lugar. Es una curiosa mezcla entre bistró parisino y castizo madrileño.
Cortinas aterciopeladas rojas, mesas de mármol, molduras en la pared, luz cálida y el suelo damero en blanco y negro hacen del local un espacio único en Madrid. Lo contrario a la vanguardia resulta ser muy cálido.
Nos ha flipado
Perfecto para citaza de invierno. No habrá momento de peder el tiempo en decidir qué se come y todo está predispuesto para hacer hueco a la intimidad. El servicio es fantástico. Pides una botella de vino y el resto de la noche va a fluir.
Pero también, cuando tengas miedo y muchas dudas, ve al Café de París. No hace falta apostar por trumpismos, basta con abrazar ese escueto menú dirigido, con pequeñas decisiones como "¿te apetece tinto o cava?". El camarero será amable, campechano, pero muy correcto. Todo el mundo parece contento a tu alrededor y cuando llega la cuenta, no hay grandes sobresaltos. Todo, como se suponía que debía ser.