Tres por Cuatro
Comida
Fuimos allí con la expectativa de comer bien y eso fue justo lo que encontramos. Las patatas bravas a su estilo están ricas y abren estómago, pero nuestra mayor sorpresa la encontramos después. Entre su carta que cambia cada temporada cuesta elegir, pero apostamos por el trigo en paella con verduras de invierno y el strogonoff de presa ibérica, y se nota la mano cocinera, tanto en la calidad de los productos como en la elegancia de los platos. El trigo, presentado en una mini-paella con toques de ali-oli, alcachofas y habitas, consigue una textura sorprendente. Es como el sabor de casa, en cuanto lo pruebas (y te sorprende) tienes la sensación de que podría ser tu plato favorito desde siempre.
Espacio
Comer en un mercado es una experiencia particular. Es dejar de lado la intimidad de un restaurante y abrir tu mente a otra concepción: la de estar rodeada de gente que viene y va, la de mezclarse con diferentes ambientes y dejar el resultado final un poco al azar. Por lo que nos cuentan fue una casualidad del destino que una amiga dejara el local libre y pudieran cogerlo para montar ahí Tres por Cuatro. En un negocio en el que han tenido que elegir entre comprar una nueva nevera para vinos o un datáfono (adivinad qué escogieron), es una suerte para Madrid que hayan encontrado esa esquinita del mercado de Torrijos.
Nos ha flipado
La calidad en mayúsculas, el cuidado en general que se percibe en cada plato y el servicio excelente digno de restaurante y que supera con creces muchos locales exitosos en Madrid. Ir a Tres por Cuatro mola si te gusta comer de verdad, si en general disfrutas con la gastronomía sin grandes pretensiones pero mucha intención. Intención de volver. Porque es lo único que querrás hacer una vez los hayas conocido. Salimos pensando que no encontramos ninguna fisura: desde el entrante hasta el postre, el servicio, la cuenta. ¿Es un fallo en Matrix?
“La tarta de queso de Tres por Cuatro…
…existe gracias a mi amigo Fernando Alcalá, que me chivó que tenía una receta que era como la de Cañadío, mi favorita.
Cuando la hicimos flipé, porque estaba buenísima, y desde entonces la he ido evolucionando, adulterando... Por ejemplo, los quesos de la tarta van cambiando según la temporada.
Empezamos haciéndola en casa y trayéndolas cada día, pero eso era una locura. Así que hicimos lo mejor del mundo, que fue contratar a mi madre.”
Todo queda en casa y, en serio, tenéis que probarla.